Imaginen una vida de caminatas largas por la noche mirando las luces de San Pietro desde un puente que cruza el Tevere. Imaginen deleitar las mejores pastas del mundo cocinadas por unos padres anfitriones que te adoran. Imaginen descubrir que tus mejores amigos pueden ser de los lugares mas recónditos del mundo y que en sólo unos meses una persona se puede convertir en tu hermana. Siempre me consideré afortunada pero después de mi intercambio en Roma la palabra “Fortuna” tuvo un significado completamente nuevo.
Podría pasar jornadas enteras enumerando todo lo que aprendí de mi estadía pero en vez prefiero describir como fue el retorno a casa. Al principio consideraba mi regreso a Chile como el fin del sueño mas fantástico que he tenido. A veces cuando me notaba ya reinsertada en la rutina me costaba creer que esa aventura de tan solo seis meses de verdad había ocurrido. Sin embargo, poco a poco se me develó una realidad aún mas extraordinaria. Comprendí que la vida de un estudiante de intercambio no tiene que terminar cuando uno vuelve a su país de origen.
Durante mi travesía en la ciudad eterna encontré el amor y a través de él me encontré a mi misma. Este amor, vasto y formidable, fue por todos los detalles de mi simple vida de adolescente. De un momento a otro mi universo se detuvo y me di cuenta de todo lo que existía a mi alrededor y todo lo que me quedaba por lograr. Durante ese semestre se gestaron mis ambiciones y creció mi pasión por cambiar el mundo. Esto no me lo puede quitar nada ni nadie y ni siquiera el pasar del tiempo afectará la personalidad que construí durante el viaje. Por esto, les aconsejo a todos los que tengan la oportunidad de recorrer el mundo, que lo hagan porque de verdad te cambia la vida. Yo empecé a vivir más apasionadamente, a mirar con entusiasmo hacia el futuro y apreciar todas las oportunidades que he tenido. Italia siempre representará el punto cúlmine de mi desarrollo como persona y espero poder regresar mil veces durante mi vida. Y no sólo físicamente pero también mediante la memoria, porque a través de ésta podré escapar una y otra a vez a la ciudad que tanto me apasiona.